Declaración de Artista

2009, 1992

2009

Como artista he estado investigando las formas en que el Arte puede aplicarse a la vida política cotidiana, no sólo como dispositivo de autorreflexión, sino como una manera de generar e instalar modelos de interacciones sociales capaces de brindar nuevas formas de relacionarse con la utopía. El concepto de lo efímero es uno de los que se presentan en la forma de lo político y de su eficacia. Lo político se elabora en mi obra en lugares, comportamientos y procesos de negociación específicos, todo con una conciencia de su temporalidad y campo de acción. Por ello considero que mi obra es arte contextual, un arte que supedita cualquier concepto preconcebido de estrategias estéticas o artísticas a las necesidades del «aquí y ahora», de la difusión, peso y repercusión de los sucesos en relación con momentos específicos de la historia y de los diversos públicos. Lo efímero se ubica también en la problemática de la autoría, que tiende a distribuirse y difundirse entre los participantes-intérpretes de mi obra.

En mi obra, presento varias modalidades de delegación de autoría. No sólo se negocia con el público la responsabilidad de la obra en función de su documentación o terminación, sino que en ocasiones se le pide al público que cree la obra él mismo. Mi intervención en la Décima Bienal de La Habana ejemplifica la forma en que el público toma el control: un escenario, un podio, micrófonos vivos, dos personas en uniforme militar, una paloma blanca y la posibilidad de acceso al podio para tener un minuto sin censura se transformaron en un espacio viral de libertad de palabra. (https://www.youtube.com/watch?v=XVV1Q6qT8Kk). Lo que se delega es el privilegio adquirido por el artista, el privilegio concedido al artista por la sociedad y por la historia del papel desempeñado por el arte y los artistas, un papel de libertad y tolerancia previsto y negociado con mayor facilidad.

El objetivo de la obra es no smp;amp; oacute;lo provocar procesos mentales de pensamiento, suscitar la reflexión o crear un foro público para debatir ideas que se han mostrado en su estado de contradicción, sino comprender la posibilidad de trabajar con unarte útil. El arte se acepta principalmente en su función contemplativa; incluso cuando la obra en sí se presenta en una forma «activa», lo que en última instancia se pide del  público es sobre todo una activación de la mente. Lo que se persigue con el arte útil no se limita a sucesos en que la reacción resultante del encuentro con la obra genere acción por parte del público. Es más bien crear una aplicación para la doble condición de la metáfora: literalmente, un «cambio de nombre» o un reencuadre de una situación, sea en un museo de arte o en la calle o en una institución de enseñanza. Ésta es una estrategia que funciona en su aplicación práctica y en la esfera simbólica. Por ejemplo, mi creación de un proyecto a largo plazo en forma de una escuela de arte político («Cátedra Arte de Conducta») atendía a las implicaciones de la distribución del conocimiento, simultáneamente como forma concreta de acceso a la realidad y en su dimensión simbólica. Mientras las tradiciones recientes de las intervenciones artísticas en la vida práctica cotidiana tienden a despojarlas de su funcionalidad (sea social o mecánica) a fin de poder reubicarse en el afecto y en la percepción estética, hay otros modelos más antiguos (más cercanos a mi interés) en que en las razones para la creación de arte tienen aplicaciones más inmediatamente prácticas. La relación entre ética y deseo se presenta en la obra como una encrucijada para estos temas.

Aunque creo que el arte es una de las formas posibles de poner en movimiento la maquinaria social, abogo con energía por su autosabotaje. Por autosabotaje no es me refiero simplemente a la creación de una paradoja, proceso que se asume siempre en una obra de arte, sino como proceso de autodelimitación del «aura» del proyecto y del artista.

Trabajo con arte de conducta. No trabajo creando revelaciones icónicas del cuerpo, sino construcciones comprometidas socialmente del colectivo. El uso de arte de conducta supone la ubicación de lo artístico en la conducta social como un lenguaje artístico y en su capacidad de generador de significados. Me interesa crear un entorno que permita transformar al «público» en «un ciudadano». En la obra «Murmullo de Tatlin # 5», el público se ve obligado a remontarse en un imaginario político creado por los medios de difusión, con los que guardan una relación anestesiada. Se presentan las imágenes, no vinculadas con anterioridad a la experiencia personal, a fin de transferir lo que era exclusivamente el conocimiento de otro tiempo y lugar políticos a un recuerdo personal. En este caso, dos miembros de la policía montada entraron en el museo con la instrucción de usar su entrenamiento en control de multitudes con el público del espectáculo.

Otro aspecto de mi investigación es la presentación de modelos de negociación para la visibilidad de la obra como Arte. Me interesa explorar las formas en que las cosas se hacen artísticas, lo que convierte un momento en arte. Privilegio el momento de duda sobre la condición de lo artístico dilatando su momento de conciencia como tal por el público. La función denominativa (nombrar a algo «arte») se transfigura en participativa (encontrar dentro de sí una obra de arte). Mi obra se divide, por tanto, en proyectos a corto y largo plazo que fluctúan entre un solo día y varios años. Lo que determina la duración  es el uso práctico del tiempo para lograr un objetivo específico, el lapso entre la presencia de la obra como suceso y su delimitación o reconocimiento como obra de arte, su visibilidad como tal, su potencial para generar significado controlado.  Las obras no siempre se revelan de inmediato como negociaciones entre lo real y lo representado, sino precisamente como el montaje de esta tensión. Estas decisiones se toman en relación con la forma en que la obra se lanza a la esfera social y sus expectativas dentro del estado de lo político. Esto será parte de la investigación que comenzaré en septiembre de 2009 con la instauración de un nuevo proyecto a largo plazo en Europa: el Partido del Pueblo Migrante (PMP). Esta pieza atiende el concepto de representación política y su relación con el acceso directo a las estructuras establecidas de poder. Me interesa apropiarme de los recursos del poder para crear poder, para crear situaciones políticas a través del arte.

2009 (versión corta)

Como artista he estado investigando las formas en el Arte puede aplicarse a la vida política cotidiana, no sólo como dispositivo de autorreflexión, sino como una manera de generar e instalar modelos de interacciones sociales capaces de brindar nuevas formas de relacionarse con la utopía. El concepto de lo efímero es uno de los que se presentan en la forma de lo político y de su eficacia. Lo político se elabora en mi obra en lugares, comportamientos y procesos de negociación específicos, todo con una conciencia de su temporalidad y campo de acción. Por ello considero que mi obra es arte contextual, un arte que supedita cualquier concepto preconcebido de estrategias estéticas o artísticas a las necesidades del «aquí y ahora», de la difusión, peso y repercusión de los sucesos en relación con momentos específicos de la historia y de los diversos públicos. Lo efímero se ubica también en la problemática de la autoría, que tiende a distribuirse y difundirse entre los participantes-intérpretes de mi obra. 

1992

«Quería volver a poner el arte al servicio

de la mente»

Marcel Duchamp

El arte para mí es, «el espacio y la forma» a través de los cuales pienso.  Cada una de mis conclusiones artísticas es la consecuencia de posiciones vivenciales, modelando el arte, a su vez, nuevas actitudes de mi propia vida.  Lo que muestro ahora es una respuesta a la pregunta de la funcionalidad del arte, que no es «bajarlo o «subirlo» para su consumo, sino hacerlo un medio de reflexión y sentido.

Exhibir la obra de Ana, lo suficientemente válida e importante para el también se busca en la vida mediante el arte, su legado real es efímero arte en Cuba, es darle el lugar que le corresponde entre nosotros.  Ana, al convertirse en parte de la naturaleza.  Coincido con ella en dar al proceso de creación «igual relevancia que a la obra terminada en la actitud hacia la obra, muy cercana a la devoción, la responsabilidad, la acción simbólica, traspasar el objeto, concebir el arte como investigación y como «la forma en que reestablezco los lazos que me unen al universo».

Juan Fco. Elso es para mí el paradigma de esta visión, pues para él «la obra» era un proceso mucho mayor, intenso y complejo que el producto final que podría ser exhibido.  Con «Esta obra no existe» -a partir de un fragmento de su pieza «La Noche, El Día»- propongo una arqueología visual más allá del objeto presentado.  La reflexión en torno al sentido de esta obra da la clave de lo que propongo: que la exposición como «obra» e «idea» trascienda el sólo hecho de muestra museográfica, histórica o documental, para convertirse en la exposición de un punto de vista.