Domenico Scudero
Noviembre 2010
De: Scudero, Domenico “Tania Bruguera y el Arte Político,” Tania Bruguera, En ocasión de la muestra personal “Giordano Bruno para Santo,” MLAC – Museo Laboratorio De Arte Contemporáneo, Roma, Italia. Ed. Postmedia Srl. Fiesola, Italia, Noviembre 2010, (cubierta e ilust.) pp. 6 – 13.
ISBN 88-7490-051-0
Tania Bruguera y el Arte Político
por Domenico Scudero
Durante las extensas jornadas que he dedicado a andar la Habana he conocido campeones de boxeo, ladrones y estafadores, todos pidiendo que los ayude a escapar pero sin suerte. Hacen peticiones de las que, hasta cierto punto, hago caso omiso; ayudar a uno de esos amigos, te dices, no es ni puede ser un delito, pero si un policía te pesca contribuyendo al plan de escape de alguien, entonces estás en problemas.
Imaginemos la vida de una persona que, mediante su arte se las agencia para brotar de la niebla de este sistema cenagoso de visas y permisos, del cual no hay como escapar. Superar un nivel de juicio burocrático en esas condiciones es una tarea difícil, casi como reemplazar un puesto académico consolidado en Italia. Los cubanos lo intentan todo pero solo unos pocos lograr escapar de esa prisión. Tania Bruguera es una de ellas.
Pensé en Tania y pensé que su obra, debiera decir su propia existencia artística específica, pudiera permitirnos discutir sistemas políticos como pocos artistas en el mundo lo logran. El mundo de Tania, por otra parte, es un mundo complejo, una gran jungla de hierro y asfalto, de luces y espejos, que ha pasado, no obstante, por Chicago, París y Venecia, como lo hizo anteriormente en el ISA en la Habana. El hecho de que fuera directora de la Bienal generó numerosos debates civiles en Cuba, entre sus estudiantes y artistas, pero, sobre todo, ha dirigido el nuevo camino hacia la Bienal de la Habana y sus numerosas ediciones. Ya en 2003, el instituto, firmemente controlado por las jerarquías políticas, como toda Cuba, inició una apertura a las modalidades del arte de conservaduría, probando con el concepto del conservador un mecanismo directo para experimentar diferentes metodologías de enfoque mediante capacidades individuales. El curso diseñado por Tania Bruguera, Arte de Conducta, es símbolo del proceso cognitivo y del apoyo a las solicitudes creativas. Pero su caso, aunque incuestionable en términos de participación, genera ciertas perplejidades alrededor del arte cubano. La presencia de Bruguera generó un debate no resuelto sobre la relación entre el arte y la política e hizo preguntas difíciles a los factores de ambos lados del debate, a los que apoyan el régimen y a los opositores. Algunos dicen que Tania Bruguera, blanca y privilegiada, es resultado del régimen por los antecedentes militares de su familia, otros sostienen que ella es la imagen de una corriente de intelectuales cubanos nuevos y objetivos. ¿Quién es Tania Bruguera?
En una de sus obras analizadas por Simonetta Lux en su Ipercontemporanea, Bruguera, a inicios de su carrera, proyectó la destrucción de sentimientos de culpa en el cuerpo de la nación a la sombra del arte: una nación tan joven y maravillosa que no puede ser definida, escribiría luego en la pared dentro del Museo de Arte Cubano. Al escribir esto se agudizó el sentido de precariedad de cualquier análisis de arte y el destino de la nación en el consenso de los vivos.
Cuba es diferente a lo que te dicen los guías. Lo constaté muy bien, la apatía hacia al muerte de los viejos jubilados en Centro Habana, los jóvenes que despiertan de la pesadilla de vida vivida por sus padres constantemente borrachos. La ironía y el júbilo de Cuba nacen en este lecho de muerte sin límites, sus vecindarios dormidos que ya no desean volver a despertar. Uno debe sobreponerse a las barreras del horror aquí en Cuba para comprender los sonidos y fiestas caribeños: las reacciones nacionales ante la muerte y el desespero. Cuando Estados Unidos, bajo el mando del General John R. Brooke, en una de sus peores actuaciones diplomáticas, izó las Estrellas y Barras en la Fortaleza Morro Cabaña de la Habana, el 1ro de enero de 1899, después de la partida de las embarcaciones y la población española, como confiscados por su ambición de independencia, hallaron un modo no doloroso de protestar: bailaron y celebraron con banderas cubanas bajo la fría mirada de los soldados estadounidenses. La celebración se extendió toda la noche y se tornó desenfrenada, sin que nadie pudiese hacer nada. Esta es Cuba.
Se muy bien que para un artista conciente de su historial político, que ha vencido las barreras de lo horrible mediante la abstracción de la realidad, el arte es un objeto de lenta liberación, indescriptible y hermoso, incluso sí es sólo percibido así en la mente de su creador. ¿Para qué importa esto en realidad? No estamos hablando de objetos concretos que dicen ser arte a nivel universal. Aquí los objetos en cuestión se tornan simbólicos para sus conciencias colectivas o son propiamente políticos. Hay lugares donde la realidad relativa de la belleza parece falsa. La idea del arte sin concepción política no tiene sentido aquí en Cuba. Recordando lo que me sucedió en el Museo de Arte Cubano pudiera mostrar sus implicaciones, a donde había ido a apreciar, entre otros, la obra de Tania Bruguera.
Había visto algunos pisos y tenía que apurarme para alcanzar el último, pero el camino me llevó a través de una larga parte de la historia de la pintura en Cuba, y entre ellos algunos grandes lienzos realistas, que no puedo recordar bien en este momento. Como estaba atravesando el salón como un huésped oficial que llevaba un pase de entrada, para utilizar la terminología popular de allí, y tenía mi cámara réflex conmigo, pensé en tomar algunas fotos de las interesantes pinturas, prometiéndome que las estudiaría luego con calma en mi computadora. Una cuidadora, que obviamente me estaba siguiendo de cerca, se percató de mis intenciones y comenzó a gritar, moviendo su mano de un lado a otro como una loca y se colocó entre mis lentes y las pinturas: sus ojos estaban bien abiertos y llenos de rabia. Llegó dispuesta a morir, o peor, a matarme para evitar que tomara una foto. En un minuto, no sólo estaba el salón cercano repleto de guardias con walkie talkies, algunos con aires de no muy buenos amigos, pero la mujer en cuestión hablaba públicamente y se llevaba mi cámara y, con un rostro que no permitía respuesta, atemorizaba aún más. Dios, pero ahora estoy acostumbrada a ese tipo de locuras, y , naturalmente, creo que esta actitud protectora del arte es un rollo de psiquiatría, pero hubo más. Rondaba la idea de que la obra contenía el secreto de la identidad política que no deseaba ser develada, o robada, como si la riqueza de este país hubiese sido realmente depositada en una pintura con un estilo modesto y anacronista. Esto es Cuba. Me dije, y Cuba es también la admiración para Tania Bruguera, aunque pudiera ser difícil definirla como una artista del régimen. Esto es un hecho: fuera de los discursos, el arte político es el enigma de la cultura cubana.
La fuerza de decir algo que otros no pueden y quisieran decir. He aquí entonces, el problema oculto de una posible identidad individualista en la obra política de Tania Bruguera no tiene razón de ser. Una contribución tan considerable a la identidad nacional, nos atrae porque contiene algo abstruso y vivo. Tania se come la tierra y transforma en arte los hechos de opresión que han conformado la identidad de la nación. Pero Tania Bruguera no se limitó a ser un faro de transmisión para esa infamia, en cualquier caso, se rehizo individualmente como una madre tierra, que soporta, y desea mediante la clonación una nueva condición política de ser social, y creativa en la Cuba del nuevo milenio.
Tania Bruguera y el arte político cubano llegaron un día a Roma. Por supuesto. Después de la tormenta simpre viene la calma. Así que había calma en Roma cuando Tania llegó, llena de citas como una estrella de rock y colmada de su infatigable energía vital. En unos minutos en el MLAC había hecho un trabajo por teléfono con uno de sus asistentes y fijado fechas para algunas exposiciones. Un programa de locos, una ronda de citas en el Viejo continente que pudiera incluso competir con la semana de un Primer Ministro. Una intensa semana de trabajo en Europa, una breve visita a España, luego a París y creo que a Venecia, antes de regresar a Roma. Todo el tiempo como un carnaval cubano. Me preguntó, ¿dónde te gustaría mostrarme? Le contesté que para comenzar a sentirme cómoda en Roma es mejor visitar Campo de’ Fiori. Me dijo que ese era su lugar preferido, que ya había estado allí y que le complacía que mencionara ese lugar ya que ella estaba pensando hacer un trabajo sobre Giordano Bruno. Pensando en comenzar el procedimiento de su santificación. Un proyecto artístico asumido con determinación dinámica, pero solo eso, una obra de arte, destinada a permanecer como tal, no algo que puede convertirse en una causa. En este punto debo resaltar una de sus cualidades: Siento que el esplendor de Tania Bruguera se enciende en situaciones complejas, haciendo que otros se enfrenten a la obra de arte, ella sabe exactamente donde apagar el mecanismo “constitucional” y encenderlo transformado en significado, documentación, la historia de un suceso. Y se ríe de eso. Trabajando en Cuba en cooperación con las altas esferas artísticas he, de hecho, aprendido a comprender que la actitud cubana hacia el trabajo es casi teutónica, posiblemente debido a escuela polaca que transformó a las personas en Cuba, pero a diferencia de ellos, los locales han mantenido cierta ironía hacia el pasado. Son extremadamente serios en sus acciones, sin embargo saben ser irónicos sobre los que han hecho.
Incluso en Roma Tania Bruguera examinó, sin duda, la obra política, comprendiendo a cabalidad el valor de la política, comenzando con sus poderes más arraigados. La obra producida es, en esencia, la solicitud para la santificación del fraile Giordano Bruno, quemado en la hoguera después de una vida de desasosiego porque, según los historiadores de la época, se negó a pronunciar un simple sí que lo hubiera salvado. Los estudiosos que Tania reunió estaban todos convencidos de que fraile hubiese sido salvado, según la práctica, si se hubiese arrepentido en el momento de su muerte. Pero el arrepentimiento nunca llegó. Los historiadores también coinciden en que la posición de Giordano Bruno fue muy Calvinista, adelantada a su tiempo. No era un asunto de blasfemia contra el destino, sino simples doctrinas de derechos que el fraile había discutido con detenimiento, en especial a nivel internacional. Pero esto no le permitió el libre pensamiento y la consecuencia drástica fue el martirio. Otro punto en el que la literatura histórica coincide es en la posibilidad de que en su último momento de existencia el fraile Bruno fue forzado a elegir, y prefirió optar por la inmortalidad en lugar de la salvación y una enseñanza moral. Exactamente lo que ellos temían dentro de la Iglesia. El debate teológico que comenzó el filósofo racionalista Giordano Bruno, y llegó a su fin por esta condena, trajo como consecuencia un impacto totalmente opuesto a lo que el mundo eclesiástico quería evitar: la idea de que la infalibilidad del Papa pudiera cuestionarse. Giordano Bruno todavía está allí en el Campo, y mira fijamente al suelo con una mirada funesta de desaprobación en la sombría jovialidad de la presuntuosa torre de campanas de riquezas y lujos de St Peter. Y observa al sumo cardinal blanco, vistiendo armiño y terciopelo rojo, bendiciendo a la multitud desde lejos, halagando a la pobreza y hablando de justicia, mientras se sumerge en el lujo de su Mercedes negro blindado, de edición especial, provisto de tecnología al estilo del agente 007.
La obra de Tania Bruguera es política porque se representa a ella misma como parte de la sociedad. Lo reconocemos cuando nos atrapa en sus pasajes de política diaria, luchando por el poder, por la supervivencia. La obra de Tania es un análisis, un documento, pero su conclusión está en el mecanismo de elaboración que trata de implementar, como un acto de libertad y liberación.